Esta es la cuarta entrada de una serie de diez. Constituyen en conjunto una entrevista solicitada por INED21, una revista especializada en la nueva educación. El tipo de publicación de que se trata, dedicada a un público genérico de la profesión educativa, pero en clave de difusión y de debate de ideas, sin necesidad de ser sometidas al rigor de la publicación académica, me ha llevado a escribir estos post que espero sean de utilidad y para dar unidad a estas ideas utilizando el formato de posts de blog. Por eso en los próximos días me dedicaré a transcribir el resto de las diez respuestas en otras tantas entradas de Redes Abiertas.
1.
Sobre el fenómeno MOOC existe ya una literatura
inabarcable. A partir de su análisis: "MOOC's, una visión crítica y una
alternativa complementaria: la individualización del aprendizaje y de la ayuda
pedagógica" 2013, ¿qué ventajas e inconvenientes, qué potencialidades y
limitaciones tienen los MOOC?
1.
Sobre el fenómeno MOOC existe ya una literatura
inabarcable. A partir de su análisis: "MOOC's, una visión crítica y una
alternativa complementaria: la individualización del aprendizaje y de la ayuda
pedagógica" 2013, ¿qué ventajas e inconvenientes, qué potencialidades y
limitaciones tienen los MOOC?
Efectivamente, desde 2008 vengo estudiando
el tema del conectivismo y de los MOOC. He publicado un libro donde, en base a
un detenido análisis de la política seguida por las principales agencias de
MOOC, las grandes empresas tecnológicas y grupos estratégicos como la Open
Education Alliance (EOEA), se llega a la conclusión de que los MOOC es la parte
visible de un proceso más amplio y profundo de proceso de Innovación
Disruptiva, en el sentido en el que lo trata
Christensen en su teoría. Según este análisis el ciclo vital de los MOOC
como tales ya ha concluido. Constituyen una fase dentro de un proceso mucho más
amplio, según se analiza en el libro citado, y ahora continúan a través de
nuevas propuestas, como los nanodgrées, cursos “dual layer”, etc. La razón es
que la dinámica social y económica que dio lugar a ellos y de forma más amplia
está en la base de lo que consideramos como una crisis de la universidad ha
hecho que estos programas se hayan transformado allí donde nacieron, en las
universidades nortamericanas de excelencia.
El modelo que explica el
proceso no es original mío, como es obvio, el principal teórico que lo
ha formulado es Clayton Christensen, a quien ya he citado, pero también Nicholas
Carr y Janet
Napolitano.
En la siguiente gráfica de
tendencias de Google podemos observar cómo el interés ha decaido en EE UU y
Canadá, donde se originaron, y permanece e incluso aumenta de forma divergente
en España:
https://www.google.es/trends/explore#q=MOOC&geo=US%2C%20ES%2C%20CA&date=1%2F2011%2061m&cmpt=geo&tz=Etc%2FGMT-1
Ahora, allí donde nacieron, y
en buena parte del mundo desarrollado, los MOOC son otra cosa. Constituyen una
nueva forma de educación universitaria, llamada de rendimiento, con la
expedición de títulos grado y de máster convencionales pero con unas
características distintas y singulares.
No cabe pues hablar mucho de
los déficits de algo que ya ha muerto, aunque aquí no nos hayamos enterado, y
en la actualidad se sigan organizando, con la consiguiente inversión de medios
y de esfuerzos.
Hay un planteamiento crítico
clásico que venimos haciendo desde 2011, cuando aquí ni tan siquiera se
conocían. Es muy claro y sencillo: los MOOC son un modelo de educación que
adolece de los déficits que atribuíamos a la peor enseñanza universitaria
tradicional y expositiva: Clases no interactivas, apoyadas con apuntes (ahora
son PDFs) y con evaluación mediante pruebas de conocimiento basadas en
preguntas con respuesta múltiple.
Las ventajas son a grandes
rasgos dos. Por un lado se han puesto la luz, los focos, sobre la enseñanza online y sobre la
enseñanza abierta, y por otro se ha puesto en evidencia, por su crecimiento
imprevisto y acelerado, y han dado la voz de alarma sobre la crisis de la
enseñanza universitaria, de la que ya hemos hablado.
En todo caso cuando se haga un
balance, cuando se depure lo negativo y se haga una crítica, se deberá hacer un
análisis cuidadoso, no vaya a ser que una diatriba igual de desmedida que el
entusiasmo arrastre los indudables avances que se han conseguido. Como hemos
dicho, el primero de estos avances ha sido simplemente poner los focos sobre la
educación online y abierta. Se ha pasado de considerarla como una
educación de segunda categoría a que los gestores, medios de comunicación y
políticos hablen de ella. Y desde esta situación se ha pasado a discutir el uso
de los entornos tecnológicos “posibles” y la potencia de los recursos abiertos.
A los que venimos trabajando y estudiando la docencia virtual y el aprendizaje
en entornos tecnológicos, los MOOC nos han hecho un favor inestimable.
Hay que reconocer
igualmente que los MOOC han acaparado la atención de “nuestras”
universidades que, hasta su advenimiento no habían prestado ninguna atención al
aprendizaje en línea. Con ello se abre paso la idea de que el aprendizaje en
línea no solo consiste en instalar plataformas de enseñanza virtual, los
conocidos LMS. También, con esta eclosión, los MOOCs han reclamado la
atención de los consejos universitarios, de los gobernantes y políticos,
e incluso de ministros y de gobiernos completos (Francia, Reino Unido,
California,…), de una forma, y con una intensidad que el aprendizaje
formal en línea nunca lo ha tenido. Esto ha forzado a muchas universidades
a pensar por primera vez estratégicamente sobre el aprendizaje en línea.
La parte negativa sin embargo es
que se están viendo los MOOC como la única forma de aprendizaje en
línea que merece la pena considerar. Y que cuando fracase, si fracasa
éste, se vea como un fracaso de todo el aprendizaje en línea. Personalmente no
creo que esto suceda pero sí que habrá un pensamiento débil que atribuirá los
males que se originen a partir de los MOOC a todo lo que sea aprendizaje
virtual.
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