2. Cuando utilizamos esta expresión: tecnología educativa, hay muchos espejismos que se forman alrededor de ella, ¿cuáles son los más frecuentes en su perspectiva?
El primero es que no hay tecnología
educativa. Este constructo es un atajo cognitivo, como tantos que hay en la
sociedad del conocimiento, o en general cuando sobreabunda la información. Toda la tecnología
es susceptible de ser educativa. La aspiración de la tecnología en educación es
ser invisible. En el siglo XVI la imprenta era tecnología educativa. A
principios del siglo XX la electricidad y la luz eléctricas también. En los
años ochenta del pasado siglo lo eran los ordenadores personales, el procesador de textos
o la hoja de cálculo,…. Ahora su papel en la educación es más efectivo, pero
son invisibles. Dentro de poco lo serán los móviles y las redes sociales.
Lo importante es utilizar la tecnología de
forma eficiente para los objetivos educativos que se persiguen, por tanto lo
importante, el aspecto clave, no es la
tecnología sino lo que organiza y enlaza el sistema constituido por medios,
situaciones y contenidos con los objetivos de aprendizaje que se persiguen. Es
decir el diseño instruccional y las metodologías docentes. Y al decir esto
estamos teniendo en cuenta aspectos muy ricos y muy complejos. Son por ejemplo
las teorías y conocimientos que se han obtenido como resultados de laboriosas
investigaciones, estudios y experiencias, los que estudian las características
y cómo se produce el aprendizaje en los individuos, qué papel ocupan cosas como
sus expectativas o cual es el mundo de representaciones cognitivas de los
alumnos.
Otra cuestión importante es el sentido
acrítico con el que son recibidas todas las innovaciones y cambios que se nos
presentan al socaire de la tecnología. Frecuentemente investigadores,
profesores, académicos y pedagogos que son rigurosos, e incluso hipercríticos
en otros ámbitos, aceptan formulaciones no probadas pero escritas en clave de
teorías sobre cuestiones que, no es que se tenga la evidencia de su veracidad,
sino que incluso a veces se tiene de que no son ciertas. Me refiero por ejemplo
a formulaciones de que el conocimiento se produce fuera de los individuos, en
los artilugios (el conectivismo de Siemens y Downes), a que la tecnología ha
modificado aspectos fisiológicos, y genéticos, de los individuos que les hace
aprender de forma diferente (en esto consisten las ideas sobre nativos digitales, de Marc Prenski),
etc. Pero
también se manifiesta al aceptar, como se hace frecuentemente, que los
aprendizajes son mejores cuando se hacen con recursos tecnológicos, o el
deslumbramiento que se produce entre profesores por ciertas novedades
tecnológicas. Una aceptación y un deslumbramiento que les hace buscar a
fortiori usos educativos y ventajas pedagógicos en ellas. El ejemplo de las Google Glass es paradigmático.
Este sería un caso extremo, como lo fue en
su momento el videodisco interactivo, pero hay otros donde el recurso es útil
pero de una utilidad limitada, y el esfuerzo de integración que se hace no
siempre está justificado en relación con recursos convencionales. Pensemos en
la pizarra digital y en qué situaciones de aprendizaje es ventajosa con relación
a una pizarra convencional o a un proyector.
Espejismos, o mejor mitos, negativos
también los hay. Pensemos en los smartphones, los móviles inteligentes, que
frecuentemente son prohibidos porque sólo son contemplados como elementos
distractores, o de acoso. Dejemos de lado lo que supone este sentimiento de
miedo y de incapacidad para afrontar por parte del profesorado esta realidad, y
pensemos en las situaciones, que desde luego habría que analizar, repensar y
diseñar en detalle, pero que ofrecen unas ventajas indudables con relación a
realidades anteriores: Acceso ágil y familiarizado por el alumno a infinidad de
recursos disponibles online (obviamente esto exige una gran capacidad de curación por parte del
maestro). La escasa inversión que se precisa en recursos (prácticamente sólo wifi), siempre
escasos, y en medios, siempre efímeros y susceptibles de obsolescencia, que
supone y que se podrían dedicar a otros fines del la institución. Tanto fines
educativos, como de instalaciones, de gestión, etc. Y por último y más
eficiente desde el punto de vista de los aprendizajes, la posibilidad de
utilizar el medio para vencer obstáculos insalvables. Pienso por ejemplo en unos
temas concreto, me refiero a destrezas y conceptos que siempre hay en abordar matemáticas
y en otras áreas en todos los niveles: El análisis de curvas de funciones, el
estudio de variación, el sentido de los parámetros,… qué bien y qué facil se
puede abordar todo esto simplemente con un smarphone y con programas como
Wolfram o Geogebra, … y por supuesto con un diseño adecuado de las actividades
a realizar por los alumnos. Tengo esa experiencia y es fantástica.
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