A finales del año pasado una fotografía se convirtió en viral en las redes.
En ella se observaban a unos adolescentes de espaldas al cuadro de Rembrard “La Ronda” que, absortos en sus móviles, ignoraban aparentemente la obra.
La sola composición de la imagen puesta en la red hizo el resto. ¿Cómo eludir, como ignorar un mensaje evidente por sí mismo? Mis profesores de Matemáticas del instituto siempre decían “lo que es evidente no necesita demostración”. La cuestión es ¿qué es evidente para cada uno?
Y lo evidente era que los muchachos estaban absortos vaya usted a saber en qué perniciosas o al menos distractivas cosas: En el Whatsapp, en un videojuego, en Facebook,… dando la espalda a una obra maestra, a todo un símbolo de nuestra civilización.
A continuación la ronda, esta vez viral y en las redes sociales, de comentarios de gurús y expertos, y de no pocos maestros, sociólogos y pedagogos, con las repetidas metáforas concluyentes, cual Casandras indignadas y/o desanimadas, clamando
"una metáfora perfecta de nuestro tiempo",
"es el fin de la civilización" o
"una imagen triste de nuestra sociedad".
Tuvimos suerte de que Prensky et al no dijeran nada… Aunque no estoy seguro.
Ahora sabemos que esta fotografía es de unos niños que acceden en sus teléfonos inteligentes a información sobre La ronda nocturna (en neerlandés: De Nachtwacht) de Rembrandt. Y que están en el Rijksmuseum de Amsterdam, siguiendo las instrucciones de unos profesores innovadores y ejemplares, haciendo lo que tantas veces hemos ponderado como metodología docente: “Trae Tu Propia Tecnología” (BYOT, “Bring Your Own Technology”). Ver el post, de 24 de marzode 2013, BYOT y educación
Lo que es evidente, para mucha gente, muchos pseudomaestros entre ellos, es que la fotografía condensa todo lo que ellos ven mal en los jóvenes de nuestros días: su "adicción" a la tecnología. Para ellos estos adolescentes estaban siendo succionados por la red, hasta el punto de que no estaban prestando atención a la belleza, en este caso en extremo, que les rodea en el mundo real.
Sólo un pequeño detalle: Resulta que el Rijksmuseum tiene una APP que, entre otras cosas, contiene guías e información sobre las obras expuestas. La visita al museo contemplaba entre otras actividades la observación detenida de la obra de arte y escuchar con atención las explicaciones de los guías expertos. Para ello habían recibido instrucciones, para completar otras actividad descritas en la guía didáctica por sus profesores, que incluía, entre otras cosas, el acceso a una excelente APP del museo.
Finalmente la historia parece dar la razón a Steven Pinker cuando dice:
Es un fracaso de la naturaleza humana detestar todo lo que los jóvenes hacen sólo porque las personas mayores no están acostumbradas a ello o tiene problemas para aprenderlo.
No sin cierta amargura cabría preguntarse ¿qué es más mortal para la civilización?, ¿los niños que utilizan los móviles para aprender el arte o la ignorancia de los adultos que son demasiado rápidos haciendo suposiciones maliciosas?
Lo verdaderamente trágico del asunto es que la noticia real, la que desmiente la falsa noticia, la que fue viral, no va tener ni de lejos la misma difusión. Muchos se quedarán con la primera versión.
En definitiva la verdad nunca es viral.
En definitiva la verdad nunca es viral.
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