Algunos autores como Ghanashyam Sharma consideran que es un engaño de los
MOOCs considerar que con solo la conexión desde cualquier punto se garantiza una
educación comparable con la que se puede obtener en las condiciones habituales.
En lo dicho en la primera parte de este post exponemos la idea de que nuestro deseo de educar a todo el mundo desde la
comodidad de nuestros ordenadores portátiles no se traduce de forma simple, sin
más, en un efecto significativo en la mejora de la educación, ni tan siquiera
tenemos la garantía de que esa sea una auténtica educación comparable con la
que ya existe. Necesitamos más investigación sobre cómo los estudiantes
aprenden en plataformas masivas abiertas en línea, y comprender mejor cómo, a
los estudiantes de diferentes entornos y orígenes académicos, culturales,
sociales y geográficos, les va en este tipo de espacios.
Pero no es ésta la única sensación de engaño, o de desilusión, que existe.
Como veremos hay muchos más motivos que hacen que nos descolguemos desde la “cima
de las expectativas infladas", según la curva hype cycle de Gardner, hacia el “valle
de la desilusión”.
Sin duda a esta desilusión han contribuido, como en un efecto de rebote,
las campañas de marketing de las agencias de MOOC. Éstas en sus informes y
artículos pagados hacen afirmaciones grandilocuentes y se presentan como
líderes visionarios de una nueva forma de educación superior. Como ejemplo
Coursera, en su sección
"Our Vision", señala que podemos "imaginar un
futuro en el que todos tengan acceso a una educación, en una clase mundial, que
ha estado hasta ahora disponible para unos pocos elegidos." Incluso, y de
forma aún más desconcertante, se da el hecho de que los educadores serios dan la impresión de comprar fácilmente este argumento de autobombo, quizá porque están
cegados por el espejo del altruismo. Aceptan fácilmente y de forma
acrítica modelos que de otra forma no aceptarían en cuestiones generales de la
enseñanza y del aprendizaje, como son la ausencia de un diseño educativo
explícito y cuestiones elementales en la entrega (evaluación, interacción,…), en
la participación y en la implicacción de los estudiantes. Suponen por otro lado
que la revisión por pares, la autoevaluación y la discusión académica es
ahora, cuando se hace sobre MOOCs, extremadamente rica, crítica y productiva. Más
aún de lo que lo era antes o que cuando se hace en otras condiciones convencionales, o
incluso online, sin que nada avale esa suposición.
Está claro el entusiasmo (¿hasta cuándo?) por el acceso sin precedentes
que tiene la gente de todo el mundo a la educación de universidades como la de
Harvard y el MIT. Pero este entusiasmo ¿debe eclipsar lo que debiera haber sido
el tema de discusión serio: la barrera intelectual y pedagógica a pesar del
acceso tecnológico? Esta idea sigue haciendo destrozos en el mundo de la
sensatez, pero los destrozos son mayores cuando universidades normales se dejan llevar por
este entusiasmo, ofrecen algo parecido o franquicias y ni tan siquiera tienen el atractivo de Harvard o MIT. Este
fenómeno bien pudiera ser conocido (Ritzer, 2010) como una Mcdonaldización de los MOOCs y cuyos rasgos más notables son descritos en la entrada MOOCs
¿Ha llegado el momento para conocer lo que está pasando y reflexionar?
Referencias
Ritzer, G. (2010). The McDonaldization of society 6. Pine Forge Press.
Referencias
Ritzer, G. (2010). The McDonaldization of society 6. Pine Forge Press.
No hay duda que la Internet y los dispositivos electrónicos deslumbran a muchos. Se crean entonces falsas expectativas de ser la panacea educativa. Al final, el chivo expiatorio seguirán siendo los educadores en ese deleznable ejercicio de atribuir culpas.
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