Recientemente se ha hecho público el
informe de una investigación de Lydia Plowman y Joanna McPake sobre siete mitos
de cómo los niños utilizan la tecnología y su repercusión en la enseñanza y en
el aprendizaje.
El original está en Academia.edu se
titula Seven myths about young children andtechnology [1]
Como hemos señalado en reiteradas
ocasiones la banalidad y la trivialización son unas de las características más
notables de la Sociedad del Conocimiento , y con ello unos de los enemigos más
potentes de los logros indudables de esta sociedad en todos los órdenes y
fundamentalmente en el aprendizaje.
Los tópicos que asocian niñez y
tecnología son simples pero fáciles y bonitos de aceptar en un análisis simple.
La brillantez y fascinación de las imágenes que se asocian a estos tópicos
tiene mucho que ver con las ideas fáciles que durante siglos o milenios
hicieron pensar que El Sol gira sobre La Tierra, que el rayo precede al trueno, y
es su causa, o que las bolitas de cristal son más valiosas que los alimentos o
que incluso el oro. Habría que investigar qué ocultos mecanismos psicológicos
hacen que estas afirmaciones sean tan fácilmente aceptadas y que incluso hayan
tomado aposento en sesudas y prestigiosas instituciones. Sin embargo difícilmente
resisten, no las reglas más elementales de la lógica, sino incluso una
observación mínimamente analítica.
Frecuentemente estas creencias, que
se podrían pensar inocentes, conllevan a los que tan cándidamente las aceptan perjuicios
no tan triviales en los niños, sus hijos o sus alumnos.
Esto es así en el plano micro. En el
plano macro sucede que, luego, cuando se suele desvelar la realidad,
se produce un rechazo sobre la tecnología en su conjunto, incluida aquella, la
mayoritaria y más común, en la que son reales, e inigualables de otra forma, los efectos positivos de la tecnología en el
aprendizaje.
Los tópicos son
1.
Niñez y tecnología van unidos Los niños de cero a tres años saben
distinguir, entre lo real y lo simbólico o imaginario, primero lo perciben y
luego lo saben. Exploran lo real, ignorando lo demás. Los que hemos tenido la
dicha de ser padres hemos visto como cuando les damos un espejo lo examinan
primero con curiosidad, luego cuando le dan la vuelta por detrás descubren el
truco y pasan a explorar otros objetos nuevos o más interesantes.
Posiblemente cualquier interferencia o distracción les impidan
un natural y correcto desarrollo en el proceso de conocer y comprender su
espacio circundante y las propiedades del mundo real, que incluso después les
impida desarrollar otras competencias espaciales, geométricas, de seriación o topológicas.
2.
Los niños son nativos digitales El
tener habilidad manual con los dispositivos no significa nada más que esto.
Incluso como dice la investigación, muchos chicos no se sienten cómodos en esta
situación. En mi época había muchachos que eran muy buenos jugando al futbolín
y no siempre eran tan buenos en matemáticas. Frecuentemente, su objetivo es
imitar a los adultos (a sus modelos, a los padres y a los maestros) en aspectos
en los que fácilmente los pueden igualar e incluso aventajar por su potente
capacidad de relacionar su sistema locomotor con sus dedos o con su vista, con
un sistema nervioso recién estrenado. Sin embargo su capacidad para
organizar representar sus cogniciones o
la experiencia para relacionarse no siempre corre pareja. Y su capacidad para
conocer y su facilidad para relacionarse no siempre se desarrolla mejor.
Frecuentemente les da una percepción incorrecta de sus posibilidades.
3.
La tecnología interfiere en las relaciones sociales Los mitos no siempre son positivos, a veces
hay mitos negativos, como que la tecnología interfiere las relaciones sociales.
La tecnología hipotéticamente podrá perturbar en un caso normal las actividades
de estudio o de aprendizaje pero raramente en un caso normal es un sustitutivo
de las relaciones sociales directas. No es cierto que los niños prefieran la
contemplación pasiva antes que la actividad participante. Los niños prefieren
quedar con los amigos con los que hablan en las redes antes que interactuar con
ellos a través de Internet. De hecho utilizan la red para quedar. La cuestión
es disponer de alternativas de interacción, con familia y con amigos. Si hay
fenómenos de aislamiento también los abrá sin tecnología y entonces será, en
cualquier caso, motivo de preocupación, y no para echar la culpa a la
tecnología.
4.
La tecnología domina la vida de los niños Los niños, desde la primera infancia, valoran
los objetos de su entorno por los sentidos, por el tacto, el gusto, la vista y
el oído. Se deslumbran por los objetos brillantes y con movimiento, y desean
poseerlos. Pero esto sucede en cualquier caso, no solo con los objetos
tecnológicos.
La tecnología no es el factor dominante de la vida de los niños,
eso es otro mito. Lo que sí es cierto es que es el factor potenciador de primer
orden de otras actividades determinantes de su vida como es la comunicación.
5.
Jugar es aprender Este
es un tópico que existe incluso entre los especialistas, fomentado por las multinacionales del
entretenimiento. Entienden que la mejor forma de aprendizaje es el juego. Pero no
siempre es cierto. Los intentos de los juegos por instruir, no siempre son
efectivos. En ocasiones falla la transferencia, cuando desaparece le juego
desaparece la motivación, la atención o la comprensión. Y en otras falla la
verosimilitud “sólo es un juego”. Los niños son muy sensibles al carácter de
realidad delos problemas, distinguen muy bien la realidad de la ficción. Por
contrario puede crear una desafección a las situaciones problemáticas que no siempre
causan sensaciones placenteras. Sobre todo si no se está cultivado en la
cultura del reto, del esfuerzo y de la ganancia diferida. Como sucede en el
deporte.
6.
Lo tecnológicamente interactivo es educativo Es una de las creencias más arraigadas
porque extrapola a la tecnología una característica típicamente humana. En el
marketing tecnológico de los productos educativos se emplea el concepto de
interactivo, en el sentido de que la respuesta del sistema es ajustada a la
acción del individuo. Y se acepta que este rasgo del sistema aumenta la
concentración y en consecuencia, logra en algunos aprendizajes, como son la
lectura y escritura, un mayor progreso. La investigación acepta que los
productos con este rasgo producen cierta motivación inicial para el
aprendizaje, pero que con la repetición del esquema esta motivación desaparece,
como el factor del reconocimiento que es así muy pobre. Lo que es realmente
motivador y desencadenante del interés y de la tensión es la interacción humana.
“Ninguna interacción tecnológica es suficientemente inteligente para adaptarse
a alguien que está aprendiendo a leer de la manera en que lo haría un maestro”,
dicen las conclusiones de la investigación.
7.
Los niños necesitan dominar los conocimientos tecnológicos
para progresar personalmente. Las competencias llamadas tecnológicas (de difícil conceptualización)
abren la puerta del futuro. Este es un tópico comúnmente
aceptado sin ninguna discusión por maestros y por padres. Los padres
quieren lo mejor para sus hijos y qué mejor que la tecnología para asegurar un
buen futuro. Quien no domine la
tecnología está condenado al fracaso. Y sobre todo al rechazo. Sin
embargo no se tiene en cuenta lo efímero de la tecnología, ¿merece la pena
dedicar tiempo y esfuerzo a algo que rápidamente va a cambiar o va a
desaparecer dejando de atender otros aprendizajes más intemporales, menos
instrumentales y más conceptuales?
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