El valor de los MOOCs
Continuamos hoy con la segunda entrega de la serie que comenzamos ayer en este blog y en el blog de la Cátedra UNESCO de Educación a Distancia (BLOG CUED) sobre "Una visión crítica de los MOOC, el valor no está en el ejemplar".
Hay un consenso en que existe una transición hacia un nuevo tipo de sociedad que ha superado la configuración y características básicas de la anterior sociedad industrial y que tiene como principal base de su organización y de sus riqueza el conocimiento. Nos planteamos si el aprendizaje, su naturaleza, ha cambiado en este contexto y cuáles son los rasgos de la nueva sociedad que repercuten en ese cambio.
Para ello es importante tratar en primer
lugar la idea actual que se tiene del conocimiento. Los autores especializados
(Albrow y King, 1981; Nonaka, I. and Takeuchi,
H., 1995; Stehr, 1994; Willke 1998) han puesto énfasis en la distinta
naturaleza que tiene el conocimiento como bien y que esa naturaleza lo hace
distinto del resto de factores que determinan la sociedad, y que también tiene
fortísimas implicaciones para su circulación, así como para la noción de
propiedad, incluso para el mundo del derecho en sus fundamentos, y por ende del
valor de sus manifestaciones. Así el conocimiento no tiene unidades ni patrones
para medir. En todo caso su medición se produciría por la calidad, impacto y
alcance de sus consecuencias, y esto solo se puede apreciar mucho después de su
producción, en realidad puede no dejar de apreciarse nunca. Este hecho hace que
los factores que propician su producción, como es la educación, y la
circulación del conocimiento existente de forma previa, han de ser considerados
con sistemas de evaluación y de valoración distintos que otros tipos de
mercancías o de la forma que se hace habitualmente. La evaluación ha de tener
una naturaleza formativa, y no exclusivamente final.
Una vez que el conocimiento está producido,
puede ser reproducido o copiado fácilmente, y hacerlo de forma ilimitada y sin
coste. Este hecho cambia su sentido como mercancía. La titularidad del valor no
es el ejemplar sino la matriz del conocimiento, que además tiene un carácter
distinto, en su soporte, del resto de soportes del conocimiento que han
existido hasta ahora. En parte por esta razón, los
gastos de carácter general de las transacciones con bienes del conocimiento son
bajos, y con una naturaleza y distribución por partidas distintas a las
mercancías y bienes anteriores.
Estamos pues en un marco donde lo importante
es la matriz del conocimiento: la elaboración, los procesos de elaboración del
conocimiento en los grupos y en los individuos. Así se plantean cuestiones
como:
·
La naturaleza abierta de los soportes
del conocimiento (open access) o de
los recursos de aprendizaje (OER, MOOCs, etc.).
·
La separación de lo que es la
circulación y el acceso a los recursos de lo que son las metodologías de
enseñanza.
·
Si el conocimiento se produce
exclusivamente en los individuos, si existe una naturaleza grupal o social de
éste o si incluso se puede producir en los artilugios.
·
Si las funciones humanas de los
procesos de enseñanza, la atención individualizada, ayuda pedagógica, la
interacción profesor-alumno, la evaluación formativa, la evaluación, etc. son
separables o si son imprescindibles en los procesos de aprendizaje-
·
Y si es imprescindible esta función
central de la adquisición humana, la del aprendizaje y de la elaboración del
conocimiento o de la transmisión de competencias (básicas o instrumentales,
profesionales o de creación) mediante la individualización de la acción
instructiva, cómo ha de producirse ésta con la ayuda de la tecnología.
Referencias
Albrow, M., and E.
King. 1981. Globalization, knowledge and society. London:SAGE.
Nonaka, I. and Takeuchi, H.
(1995). The Knowledge Creating Company.
Oxford: Oxford University Press.
Stehr, N. (1994) Arbeit, Eigentum
und Wissen. Zur Theorie von Wissensgesellschaften. Frankfurt a.M.: Suhrkamp.
Willke, H. (1998). Systemisches Wissensmanagement. Stuttgart: UTB/Lucius & Lucius.
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