En Italia se ha acordado por las autoridades el aprobado general, en principio en niveles no universitarios, y en España de forma vergonzante también.
Sé
que este post no va a ser bien visto por todos. Va a chocar de
frente con la opinión de buena parte de expertos y gurús educativos
"bienpensantes" porque afecta a un tema hasta ahora tabú para ellos,
un asunto incuestionable. Intentaré no caer en la tentación de sustraer la
discusión a los elementos que estrictamente concurren en el tema, que le son
consustanciales. Intentaré prescindir pues de todo apriorismo y de cualquier
elemento que contenga el más mínimo elemento de juicio ideológico o de
cualquier otro tipo de etiquetas o prejuicios.
El
tema a que me refiero es la brecha digital. Tan importante ahora para dos
cuestiones: la transición a la enseñanza y al aprendizaje online, por un lado, y la evaluación a través de la
maestría en el aprendizaje, de la consecución de logros y de la adquisición de
habilidades, por otro.
Se
parte diciendo que aunque esa forma de aprendizaje fuese muy buena y
sustitutiva de la habitual, hay un importante tanto por ciento de alumnos que
no tienen tecnología digital. Se me ocurre, a propósito de esto, preguntarme
¿por qué todavía se hace esa distinción, identificando educación habitual, la
buena , la fetén, con la basada en la clases, cuando desde 1968 (El problema de
dos sigmas, de Bloom) sabemos que la influencia presencial en clase es mínima
comparado con otros factores y otras variables en que se produce el
aprendizaje, incluyendo muy variadas formas de interacción personal directa o
mediada.
Posiblemente
haya un porcentaje de alumnos y de familias que no tengan ordenador impresora o
Internet y wifi en casa. Pero hay una infinidad de estrategias de aprendizaje,
de formas de enseñar y de ejercer la tutoría, la entrega de materiales para la
tarea y para la ayuda pedagógica, con unos elementos muy sencillos y que todo
el mundo dispone, la mayoría de los alumnos y todos los padres y las madres. Me
refiero, como habrán podido imaginar, al móvil, al smarphone. Ahora veremos
cuales son esos elementos y esas estrategias. Todas ellas muy aquilatadas por
estudios e investigaciones.
Hoy
día los mendigos y la gente de los estratos sociales más desfavorecidos tienen smarphones. Y por supuesto, los padres y madres
trabajadores de la clase más humilde también, y muchas veces sus hijos lo
tienen de superior calidad y potencia que ellos. Hoy hay móviles al alcance de
todos que al menos pueden hacer WhatsApp, enviar y recibir documentos, muchos
de los cuales son imágenes que obtiene con una excelente cámara que los capta y
los convierte en JPG.
En
definitiva un móvil es un potente ordenador y las copias hechas del móvil
valen, en cualquier de las copisterías que hay en cualquier ciudad, cerca de
los campus y de los centros educativos o en ellos, a un céntimo el folio, o
poco más.
Los
chicos lo saben y lo utilizan para sus cosas. He compartido con ellos
frecuentemente la cola, que ya no es tanta porque abundan estos negocios.
La
tercera clave de disponibilidad son las redes de datos. Se dice que estos
hogares, los de la brecha carecen de Internet y de wifi. Pero no es cierto. Si
tienen móvil tienen Internet y la wifi local del móvil. Dirán que es caro.
Ahora no es cierto o no tiene por qué serlo. La gente está confinada, han
quedado libres y disponibles millones de gigas de datos. Los operadores de telefonía
móvil lo saben, son muy listos, y están enviando mensajes a sus clientes.
Movistar Telefónica ha enviado uno diciéndome que, con motivo del coronavirus,
y por su filantropía, lo que me ama como cliente, etc etc, pone a mi
disposición 100Gb en vez de las 4, 6 ó 10 que tengo habitualmente contratadas.
Esto
es algo que se han encontrado,de lo cual los gobiernos debieran ser
conscientes, y en vez de ver brechas digitales, como primera medida para la
transición, poner a disposición de estos usuarios, o en general de todos, un
ancho de banda que permita el acceso a Internet como si fuera wifi. Eso no
supone un gasto superior y se hace un gran servicio. Obviamente esto es menos
visible y televisible que llevar en mano una tablet a un pobre niño de un hogar
marginal… Pero es mucho más eficaz.
Con
el móvil puedo comunicarme con mi profe y mis compañeros, hablar con ellos a
través de las múltiples opciones de videoconferencia, igual que con un
ordenador, o mejor, recibir consejos pedir ayuda.
Puedo
acceder a documentos, libros, fragmentos de libros, textos, actividades,,,,
¿Que no puedo procesarlos, escribirlos porque son pequeños en una pantalla
pequeña? No importa, yo diría que es bueno, me permite trabajar en analógico
estimulando mis manos, mi tacto, mi vista. Puedo ir a la copistería y sin
contacto con nada, por si el contagio, con el bluetooh puedo enviar documentos
e imágenes e imprimirlos a un céntimo la página, o dos, un euro 50 páginas. Y
escribir, leer, recortar sobre ellas. Mucho más barato y más libre que con
caros libros de fichas publicados por las editoriales ¡Ah, las editoriales!
Finalmente
puedo fotografiar los resultados de las tareas, o lo que voy produciendo
conforme lo hago, sobre la marcha de la tarea, o ilustrar mis dudas y
consultas, y enviarlos para los corrija, o para el feedback, al profesor o a
los compañeros.
Esto
son algunas posibilidades y algunas formas de trabajar. Lo demás lo importante
no es la tecnología es lo que se haga con ella, las estrategias de que se doten
profesores y alumnos para enseñar y para aprender. Las posibilidades de lo que
en la tecnología educativa se llama BYOT son mucho mayores que la capacidad y
la creatividad que tengamos para utilizarlas eficientemente. Esa es la
cuestión: El factor humano como factor clave de los entornos de aprendizaje
apoyados con la tecnología, tecnología que siempre la hay y es muy rica y
potente. La riqueza de los procesos cognitivos que pueden desencadenarse
depende de nuestra iniciativa e interés. Ese es el factor clave, el concepto de
brecha digital es rendirse sin plantear batalla.
¿Por
qué esto no se hace?, ¿es porque el gobierno y sus expertos no han caído en
ello? Es posible, pero es posible también que no interese. Se imaginan que
merced al coronavirus, como va a suceder con muchas disrupciones, nos damos
cuenta que con la tecnología eficiente vamos a aprender a hacer muchas casas de
forma más eficiente y más barata que con los medios tradicionales. Que como por
ejemplo sucede ahora con los materiales didácticos tradicionales, en papel,
vendidos a precios astronómicos por las editoriales de libros de texto.
Esto
puede ser la clave de la cuestión. Hasta ahora los recursos educativos abiertos
con lo potentes que son han perdido todas las batallas contra este poderoso
enemigo. Será este e momento en que las cosas cambien. Veremos.
Pero
volvamos al uso de estos entornos con algunas referencias.
Hay
un principio, una metodología docente muy estudiada en estos años atrás sin la
urgencia del COVID, por qué no echamos mano de todo lo estudiado e investigado
de todas las experiencias realizadas. El principio es el del BYOD (BYOT (“Trae Tu Propia Tecnología” o “Bring Your Own Technology”).
Eso es lo que ya se decía
en esta fecha 24 de marzo de 2013, hace siete años:
Viene a
cuento esta reflexión por la tendencia, difundida ahora, de que los alumnos
utilicen los recursos personales, que ya les son familiares. Esta tendencia
procede de otros ámbitos de la actividad y es llamada BYOT (“Trae Tu Propia Tecnología”
o “Bring Your Own Technology”). Se ha incorporado a la educación desde los
niveles preuniversitarios y ha sido recogida en el suplemento de Educación del New York Times del 23de marzo de 2013):
Así
mientras en nuestro país los educadores, los responsables políticos, y no pocos
expertos, siguen debatiendo si los ordenadores son una buena herramienta de
enseñanza, de forma muy aislada en España y cada vez con más frecuencia en
EE.UU., un número creciente de maestros, y aún de escuelas y departamentos,
están adoptando un nuevo enfoque, en este punto ignorado o controvertido,
puesto que en nuestro país está prohibido sin más ---y puede que esté
justificado si no se utiliza de forma controlada--- que los alumnos
traigan sus smartphones. Se trata de pedir a los estudiantes que traigan
sus propios teléfonos inteligentes, tablets, ordenadores portátiles, e
incluso sus consolas de videojuegos, a clase.
En
EE.UU. según la noticia son los propios maestros de las escuelas (no los
teóricos ni los expertos) los que dicen que es, usando los dispositivos de los
propios estudiantes, la forma más sencilla de utilizar las más recientes
incorporaciones de utensilios y de aplicaciones para aprender. Las generaciones
últimas de dispositivos y aplicaciones, y con las que están más familiarizados,
no necesitan aprendizaje y son casi como una prolongación de su anatomía.
Curiosamente el NYT utiliza el ejemplo de las matemáticas, después veremos que
ese fue el caso, el uso de Wofram, que experimenté con mis propios alumnos. De
esta forma el maestro “por ejemplo, les enseña matemáticas, les pone
pruebas con preguntas y les permite compartir y comentar con los demás el
resultado de los ensayos”.
Evidentemente
los defensores de la nueva tendencia aducen que hay otra ventaja: se ahorra
dinero para las escuelas, que siempre van cortas de efectivos.
La
experiencia ha prendido incluso en algunos distritos escolares grandes en la
Florida Central y cerca de Houston y Atlanta. Ya están recibiendo llamadas y se
preparan para recibir visitas de administradores de otros distritos que
consideran la posibilidad de seguir su ejemplo.
Si
buscamos “byod in education” en Google Scholar aparecen más de 15.000
resultados en 0,06 segundos. Con miles de citas. Si escribimos
Bring your own technology
(BYOT) aparecen algunos miles más.
Y
esto es lo que se hacía en 2011, hace diecinueve años,
se hacía en la práctica con alumnos reales de entonces y con un smarphone LG de
60 euros de los de entonces:
"En
la imagen se puede ver la representación de la función x^3/(1-x^2) utilizando
un smartphone LG de 3,2 pulgadas, con Andröid, de un alumno, y
con Wolfram.
Se ven
perfectamente los limites infinitos y las asíntotas, además de poder comprobar
crecimiento, decrecimiento, concavidad, convexidad, puntos de inflexión, etc.
Pueden
trabajar sin cables, ni enchufes, ni aulas de informática. Sin
desplazamientos de alumnos y profesores por los pasillos
entre clase, pueden trabajar en el aula de siempre con el material de siempre a
mano. El centro ahorra espacio y en mantenimiento de aulas, instalaciones y
equipos, sin virus y sin que desaparezcan los ratones. Los alumnos utilizan el
equipo que utilizan para tantas cosas y que le es familiar
Y esto mismo es lo que hacía en clase
convencional con tiza y pizarra:
En
este post sólo se trata de ofrecer una perspectiva distinta de lo que se se
dice. No se quiere sentar cátedra de nada. Es sólo un ejemplo de la potencia
del medio y de la forma de utilizarlo. Obviamente las posibilidades se
multiplican en otros ámbitos, niveles y disciplinas. Pero es conveniente tener
también esta perspectiva antes de hablar a la ligera.
Sé que este post no va a ser bien visto por todos. Va a chocar de frente con la opinión de buena parte de expertos y gurús educativos "bienpensantes" porque afecta a un tema hasta ahora tabú para ellos, un asunto incuestionable. Intentaré no caer en la tentación de sustraer la discusión a los elementos que estrictamente concurren en el tema, que le son consustanciales. Intentaré prescindir pues de todo apriorismo y de cualquier elemento que contenga el más mínimo elemento de juicio ideológico o de cualquier otro tipo de etiquetas o prejuicios.
El tema a que me refiero es la brecha digital. Tan importante ahora para dos cuestiones: la transición a la enseñanza y al aprendizaje online, por un lado, y la evaluación a través de la maestría en el aprendizaje, de la consecución de logros y de la adquisición de habilidades, por otro.
Se parte diciendo que aunque esa forma de aprendizaje fuese muy buena y sustitutiva de la habitual, hay un importante tanto por ciento de alumnos que no tienen tecnología digital. Se me ocurre, a propósito de esto, preguntarme ¿por qué todavía se hace esa distinción, identificando educación habitual, la buena , la fetén, con la basada en la clases, cuando desde 1968 (El problema de dos sigmas, de Bloom) sabemos que la influencia presencial en clase es mínima comparado con otros factores y otras variables en que se produce el aprendizaje, incluyendo muy variadas formas de interacción personal directa o mediada.
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