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La nueva sociedad y la educación



La sociedad ha cambiado, sin embargo la educación en general sigue estando organizada de acuerdo a unas pautas de una sociedad que ya no existe.

Por otro lado hay factores que son invariantes al tipo de sociedad, como por ejemplo la existencia de configuraciones y de necesidades individuales de aprendizaje.


Así comienza la introducción del material que utilizamos en la asignatura de Sociedad de la Información y del Conocimiento del máster de Alcalá que imparto. Las ideas están obtenidas del articulo de Reigeluth (2012) que aparece en el número especial de RED de septiembre. 

En estos materiales profundizaremos sobre las características, la naturaleza, y el sentido de los cambios que configuran  la sociedad actual y que tienen repercusión sobre distintas dimensiones sociales, pero especialmente sobre la educación. También abordaremos aquellos aspectos básicos que permanecen invariantes, como son las necesidades individuales de aprendizaje.

Según Reigeluth (2012) una de las pocas cosas que prácticamente todos los teóricos, los docentes y los profesionales de la educación y la formación están de acuerdo es en que las personas aprenden a ritmos diferentes y tienen diferentes necesidades y capacidades de aprendizaje.

Nuestro sistema de educación, basado en las condiciones y en las características de la sociedad industrial de unidad de tiempo y de lugar para la producción,  está organizado para enseñar a un grupo de alumnos una cantidad fija de contenidos. Los alumnos más lentos se ven obligados a pasar antes de haber dominado el contenido, con aprendizajes defectuosos o incompletos, que se van acumulando a un déficit progresivo que hace que cada vez sea más difícil aprender y acaban por abandonar o por culminar , en el mejor de los casos, con un nivel de aprendizaje ficticio. Los alumnos con más capacidad se aburren con frecuencia, debido a que su ritmo de comprensión es superior al estándar, y pierden un tiempo muy valioso esperando al resto para seguir adelante, lo cual además de frustraciones personales supone un desperdicio cuantioso de talento que nuestras empresas y nuestra sociedad en general no puede permitirse, y que necesitan con urgencia. Sobre todo en sociedades tecnológicamente mas retrasadas o en sociedades donde el esfuerzo se considera como un valor relativo.

Sería deseable pues, en estas condiciones, un sistema que fuese más eficiente, social e individualmente, en su diseño para optimizar el aprendizaje y para una justa satisfacción personal. De manera que no obligase a los alumnos a pasar antes de aprender o con un mal aprendizaje, y que no retrasase a los más talentosos.

Pero la cuestión es que nuestro modelo actual de educación y de formación nació y se desarrolló durante la era industrial de acuerdo con la ética weberiana del trabajo. En esa época las sociedades no podían permitirse el lujo de educar a todos hasta los niveles más altos. Tampoco existía esa necesidad, ni esa conciencia.


Posteriormente sí, pero el mundo del trabajo no admite, de forma sostenible, en los niveles más altos a todos los titulados.

Pero volviendo a la era industrial, lo predominante era el trabajo manual, poco cualificado, y a medida que se progresaba en la cualificación se progresaba en la escala social.

De hecho, si se hubiera educado a todos en los niveles más altos, muy pocos hubieran estado dispuestos a trabajar en las cadenas de montaje, en trabajos repetitivos. Por lo tanto en la era industrial la educación ha cumplido la función de filtro laboral y, por ende, social. Separaba a los niños que debían ser trabajadores manuales de los cuadros, y a estos de los técnicos y de los profesionales.

Estos hechos han determinado todo el sistema y los procesos concernientes a la educación. Y el principal ha sido la evaluación. Nuestras escuelas y centros de formación han establecido sistemas para clasificar estudiantes más que para atender al aprendizaje efectivo. Han sido procesos de evaluación más centrados en el sistema que en el aprendizaje.

La sociedad actual ha cambiado el panorama respecto al contexto donde se produce el aprendizaje y sus procesos pero también el papel de la ciencia y del conocimiento. Igualmente ha cambiado el de los individuos en este contexto y el panorama de cómo ha de orientarse su capacitación y su inserción social.

Es cierto como afirma  Reigeluth (1987 y 1994) que el principal problema de nuestra educación, de la educación de nuestro tiempo y de los sistemas de capacitación, no son los profesores o los estudiantes: Es el sistema. Un sistema que está diseñado más para la clasificación que para el aprendizaje. Como no es menos cierto que el sistema anterior está incrustado en esta sociedad. Pero en ella, aunque ha cambiado, sigue habiendo una estructura de valores sociales asociados a los roles y a las funciones de los individuos. Y por tanto existe una relación implícita y distinta entre el mundo de la educación y la estructura social. Sigue siendo un esquema de relaciones predeterminadas el que integra a los individuos, confiere sentido a su papel y a su vocación, en función de la capacitación.

Cabe por tanto plantearse bajo esta perspectiva una reflexión sobre la naturaleza del conocimiento, de esta sociedad postindustrial y de la educación, y la correlación de los valores sociales con los principios que inspiran el mundo de la formación y su diseño.



Referencias.-


Reigeluth, C. M. (1987). The search for meaningful reform: A third-wave educational system. Journal of Instructional Development, 10(4), 3-14.
Reigeluth, C. M. (1994). The imperative for systemic change. In C. M. Reigeluth & R. J. Garfinkle (Eds.), Systemic change in education (pp. 3-11). Englewood Cliffs, NJ: Educational Technology Publications.
Reigeluth, C. M. (2012). Instructional Theory and Technology for the New Paradigm of Education. RED, Revista de Educación a Distancia. Número 30. 15 de mayo de 2012.[En prensa] Consultado el [dd/mm/aaaa] en http://www.um.es/ead/red/32/

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